martes, 28 de octubre de 2008

¿Donde encontramos la verdadera sabiduria?

“La Biblia contiene todos los principios que los hombres necesitan comprender, a fin de prepararse para esta vida o para la venidera. Estos principios pueden ser comprendidos por todos” (Educación página 123, EGW).

“Los que estudian la Biblia, toman consejo de Dios; y, si dependen de Cristo, serán capacitados para actuar sabiamente en todo momento y en toda circunstancia. Los buenos principios serán ilustrados en la vida real” (Testimonies for the Church tomo 5 página 43, EGW).

“La Biblia revela la verdad con una sencillez y una adaptación tan perfectas a las necesidades y los anhelos del corazón humano, que asombra y encanta los intelectos más altamente cultivados, al par que habilita a los humildes e incultos para discernir el camino de la salvación. Sin embargo, estas verdades sencillamente presentadas abarcan temas tan elevados, tan extensos, tan infinitamente más allá del poder de la comprensión humana, que podemos aceptarlos únicamente porque Dios los ha presentado” (2 Joyas de los Testimonios página 305, EGW).

“Pues, ¿qué gana el hombre con todos sus esfuerzos y con tanto preocuparse y afanarse bajo el sol?” (Ecl. 2:22, NVI).

Salomón, anciano y amargado, había perdido el rumbo; por eso, todo el conocimiento y la sabiduría que había adquirido significaban poco para él. En contraste, la sabiduría de la que habla en Proverbios es una sabiduría centrada en el conocimiento de Dios, la Fuente de toda verdadera sabiduría y conocimiento. Este punto resulta más fuerte cuando Salomón vincula el conocimiento y la comprensión con Dios, como el Creador ("Jehová con saboduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia" Proverbios 3:19); lo que demuestra otra vez cómo el fundamento de todo conocimiento y sabiduría comienza con Dios. Nota, también, que esta sabiduría no es solo un concepto teológico abstracto con respecto a la naturaleza de Dios o los límites de la omnipotencia. En cambio, en estos versículos de Proverbios podemos ver un elemento práctico: la verdadera sabiduría se reflejará en la manera en que vivimos nuestras vidas. Salomón, al perder el rumbo, perdió la verdadera sabiduría que una vez tuvo y encontró, en cambio, solo la sabiduría terrenal, la clase de sabiduría que existe bajo el sol. De aquí que para él todo llegara a ser vano, carente de sentido y aun una fuente de dolor.

“Él [Salomón] nos presenta la historia de su búsqueda en pos de la felicidad. Se dedicó a cultivar su intelecto; satisfizo su afán de placeres; llegó a cabo sus proyectos comerciales. Estaba rodeado por el fascinante esplendor de la vida de la corte [...]. “Salomón se sentaba sobre un trono de marfil, cuyos peldaños eran de oro macizo y estaban flanqueados por leones de oro. Sus ojos reposaban en la contemplación de los hermosos jardines celosamente cultivados que se extendían ante él. Ese panorama era una visión de belleza. [...] Pájaros de plumajes diversos y brillantes volaban de un árbol a otro, enriqueciendo el aire con sus cantos. Jóvenes asistentes, magníficamente vestidos y adornados, estaban a sus órdenes, listos a obedecer sus mínimos deseos. Se habían dispuesto escenas de orgías y música, deportes y juegos para entretener al monarca, a un costo enorme. “Pero [...] la disipación había grabado sus huellas en ese rostro antes despejado e intelectual. [...] Su ceño revelaba preocupación y desdicha. [...] “Sus nervios destrozados y el desgaste de su organismo evidenciaban el resultado de la violación de las leyes naturales. Confesó que había desperdiciado su vida, en infructuosa carrera en procura de la felicidad” (Meditaciones matinales página 172, EGW).

miércoles, 1 de octubre de 2008

Nada es muy grande, muy pequeño o muy difícil...

¿Debemos orar por nuestras necesidades materiales? ¿Dios sólo responde a oraciones espirituales? Piensa en las siguientes palabras: "Presenta a Dios tus necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No puedes agobiarlo ni cansarlo... Llévale todo lo que confunda tu mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos... Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note... ni perplejidad tan grande que él no pueda desenredar" (El camino a Cristo pág. 100, EGW).
A nuestro Padre le gusta dar buenos dones a sus hijos. Nosotros no siempre oramos sabiamente, y a veces no sabemos qué pedir. Pero podemos confiar en que él nos dará lo mejor. "Además sabemos que para los que aman a Dios, que son llamados de acuerdo con su plan, todo lo que ocurre sigue un diseño que es para el bien" (Romanos 8:28, traducción de Phillips).
No podemos ver el diseño del tapiz. Podemos aun preguntarnos si el Maestro Tejedor ha puesto nuestra parte a un lado para un proyecto más promisorio. Pero algún día estaremos de acuerdo con que "Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio" (El Deseado de Todas las Gentes pág. 197, EGW).

¿Qué es la confianza, y por qué es tan importante?

La fe, esa mano que se aferra de los recursos de Dios, consiste en más que sólo creer; la confianza es una parte vital de ella. Sin embargo, ¿qué es la confianza? ¿Cómo actúa?
¿Ocupa la confianza un compartimiento separado de la vida diaria, reservado sólo para la religión? ¿Resulta práctica? ¿Puede beneficiar a alguien? Necesitamos las respuestas para sobrevivir.
Un diccionario define confianza como la seguridad completa con respecto al carácter, la capacidad, la fortaleza o la verdad de alguien o de algo. La confianza involucra poner nuestra fe en alguien, depender de esa persona, entregarse a su cuidado y depender totalmente de su integridad.
Jesús es el único en quien podemos confiar plenamente. Es como una estrella brillante en una noche clara, a quien cada viajero creyente puede mirar buscando dirección y consuelo.

Una estrella que guía a los humildes

"Si os habéis entregado a Dios, para hacer su obra -dice Jesús-, no os preocupéis por el día de mañana... Cuando nosotros mismos nos encargamos de manejar las cosas que nos conciernen, confiando en nuestra propia sabiduría para salir airosos, asumimos una carga que él no nos ha dado, y tratamos de llevarla sin su ayuda. Nos imponemos la responsabilidad que pertenece a Dios, y así nos colocamos en su lugar. Con razón podemos entonces sentir ansiedad y esperar peligros y pérdidas, que seguramente nos sobrevendrán. Cuando creemos realmente que Dios nos ama y quiere ayudarnos, dejaremos de acongojarnos por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía en un padre amante. Entonces desaparecerán todos nuestros tormentos y dificultades; porque nuestra voluntad quedará absorbida por la voluntad de Dios" (El discurso maestro de Jesús pág. 85, EGW).
Las diversas traducciones de Proverbios 16:9 nos ayudan a captar el significado pleno de esta bendición: "Al hombre le toca hacer planes, y al Señor dirigir sus pasos" (DHH). "El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor" (NVI).
Por supuesto, hay una condición definida para ser conducido así. Podemos esperar su conducción cuando nos entregamos a Cristo y, por su gracia, hacemos su voluntad. Proverbios 16:8 dice: "Más vale tener poco con justicia que ganar mucho con injusticia" (NVI).